sábado, 28 de febrero de 2009
Con Destino a la Nada
Al calor de la opiácea luz de la vela, el anciano redacta sus escritos, tesoros ocultos de su cansado devenir, temeroso pues el final es tan incierto ahora como al principio de su vida. Andador sin rumbo, ferviente amante del juego del amor y juez injusto de una fe injusta en un ente injusto llamado Dios, es por esto su temor, no a un juicio inexistente, sino la entrada a ser polvo, no a ser devorado por animales, sino a que estos, al igual que todos sus compañeros de vida, lo dejen en el olvido como un pedazo mas de putrefacta carne que devoraron suntuosamente y defecaron sin el mas mínimo pensamiento de lo que fue; ¿Sus recuerdos son notas perdidas en la en la partitura de la vida? ¡No! Son los silencios mágicos de un idiota que no supo vivir, que siempre espero de los demás y que nunca se brindo de manera alguna.
-Ahora un merecido descanso- dice tallando sus ojos y tomando de la repisa el acostumbrado cigarrillo, lo enciende dirigiendo su mirada a la mesa de redacción; lo expresado hasta el momento es un conjunto de reclamos a una vida que transcurrió de manera pastosa, sin brillo y solo; pero lo plasmado en la hoja de papel es también un aliciente a estar despierto unas horas mas, y tal vez a ganarle a Tánatos la apuesta por un día mas de su rutina diaria; escribir a la luz de la vela, reclamar a quienes ya no están, por el hecho de haber estado y finalmente descansar con la tibia caricia del humo perlado que sale del único amigo que le queda. Se dirige a su ventana, observando la carencia de estrellas y la ausencia de la luna; es extraño, ni una sola nube que cubra la desnudez de la noche.
-Esta noche es mía -proclama esbozando una sonrisa que raya en lo macabro- pues es la que me cubrirá para siempre los ojos y callara mis querellas; es una lastima vida te comenzaba a disfrutar -lo dice de manera tranquila- Me diste nada, me llevo nada; no me arrepiento, así como tu tampoco. Solo te pido unos segundos mas para terminar mí ultima conversación con mi inseparable y ardiente amigo.
Su raquítico cuerpo se desploma, volcando sus escritos que a nadie interesan, y sobre estos yace el cigarrillo que la vida no le permitió terminar...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me gusto mucho!!! muy bueno de verdad !! tiene cierto lazo a uni que yo escribí!!!
Publicar un comentario