martes, 22 de abril de 2014

Quimerismo

El día en que todo cambió, Omar se sorprendió prestando más atención de la debida a una persona; no podía explicarse como podían caber en alguien con los hombros tan cerca de la cintura, el entramado de tripas, corazón y pulmones que nuestra naturaleza nos da siempre; Pensó que tal vez debía tener el tamaño de pequeñas cápsulas todas amontonadas en ese "torsito". O bien que tal vez estaban ubicados en otras partes de su cuerpo. ¡Si, eso debía ser! pues podía jurar que vio al codo izquierdo palpitar, y que la pierna derecha resonaba avisando una incomoda indigestión, así pues tenía el aspecto de un gorila de proporciones minúsculas. Omar salio de su embeleso cuando este personaje tan pintoresco se acercó a la parte trasera del autobús que compartían rumbo a sus lugares de trabajo, entonces postrando su gorilezca mano en el "pasamanos" y tras emitir un gruñido bajó.

Cuando Omar descendió del autobús en el centro de la ciudad, esa que tiene la catedral principal de la religión en turno con torres que semejan las mascaras del Ku Klux Klanno creyó lo que sus ojos le mostraban, las personas que pasaban a trompicones por las avenidas principales carecían de rostro, tenían una especie de velo viscoso que cubría cada posible rasgo, renovándose como una cascada de la coronilla hacia la mandíbula. Buscó un rato en los alrededores acaso algún rostro conocido o al menos uno que molesto le devolviera una mirada de reproche por sentirse observado, pero no hubo ninguno.

Con una indiferente sorpresa, siguió su camino al trabajo ya que con rostro o no, su jefe podría despedirle si llegaba tarde. Después del largo registro a la entrada de la tienda, puerta tras puerta las cuales avisan sin dejar duda alguna que estás preso; se dio cuenta que sí había gente con rostros, pero... no podía ser, eran diferentes... aunque solo fueron aquellas con las que llegó a entablar plática en algún momento o en quienes puso atención por alguna razón, la cajera de la zona de juguetes por cierto era una de ellas sin embargo esta vez parecía... no, debía estar alucinando... sí, eso era.

Llegando a su puesto de trabajo no le quedó duda alguna que las cosas no eran iguales se topó de lleno con una mujer que fue su maestra en sus años de primaria, la cual tenía unos rasgos rapaces y estaba reprendiendo a un compañero por su falta de tacto al envolver para regalo un libro; aún así lo que le sorprendió más que sus gritos, fue la imagen en conjunto que formaban el camarada, con los cabellos de punta y ese saco enorme que le daba el aspecto de una pequeña cría de buitre; y ella mamá buitre que lucía un colgante a los hombros, una especie de rebozo de plumas que acentuaba su aspecto animal. De pronto mamá buitre arrebato libro y papel a su cría y lo envolvió ella misma, mostrando así sus dotes de madre ejemplar a su polluelo, el cual al termino de su clase volteó con Omar y encogiéndose de hombros de manera apática, provocó una sonrisa de complicidad. Ambos la vieron tomar sus paquetes y dirigirse a la escalera más cercana y Omar pensó:

-no hay mucha diferencia, siempre ha sido un buitre con todos.

Incontables clientes pasaron ese día por el lugar, cientos de ellos nuevos con sus respectivos velos viscosos, pero también una serie de personajes pintorescos entre ellos su jefe una especie de xoloitzcuintle que le molestaba y halaba del saco con sus dientes y su mirada inquisidora. O su compañera, la misma chica del departamento de juguetes, era como una yegua pura sangre que aun con esos rasgos equinos ponía nervioso a Omar con su cercanía.


-Al parecer se han transformado en lo más cercano a su personalidad- pensó al ver cerdos, perdices, cocodrilos y podría jurar que del piso superior vio salir una llamarada acompañada de una gigantesca y escamosa cola que tiró unos estantes.

De pronto el miedo llenó su cuerpo, inmerso como estaba en la novedad faunica de su realidad, no se había puesto a pensar en que se había transformado él mismo; ¿y si era algo tan feo que la yegua del departamento de juguetes repudiara?, ¿Qué pasaría si era uno de esos que tiene incontables depredadores? Asustado se dirigió a un compañero el cual parecía ser un lirón y trabajaba como tal, le pidió que lo disculpara con el jefe y se dirigió a los baños esperando lo mejor... nada, ni un hocico, oreja o deformación alguna...

-menos mal

Y así los días se convirtieron en semanas estas en meses, dentro de los cuales especuló de cientos de formas el porqué de la vorágine en la que había caido con los animales, y más extraña aún debía la razón de la carencia de rostros, incluso les denominó "planos", pero su respuesta al por qué de ambos sucesos tardaría algún tiempo más en llegar

Un día se percató de que algunas de estas personas permanecían "planos"  hasta que llegaba a conocerlos mejor, y entonces se tornaban en animales. Esto lo supo un día 4 de marzo en que iba camino al trabajo y una chica sin rostro comenzó a sacarle plática en la estación del tren subterráneo, 7 estaciones y ella iba adquiriendo a cada revelación primero una especie de vellosidad que salía de sus brazos, y cara, después unos cuantos cientos de ojos, tal vez miles de pequeños paneles, hasta que en la séptima estación se despidió una chica convertida en gran parte en una gigantesca mosca. Este fue el primero de 5 casos que le tocó vivir a él de transformaciones.

los meses siguientes Omar estaba tan acostumbrado a esta situación que tuvo a bien acostarse con una chica ciervo, foca y jirafa entre otras, a ir a la tienda del anciano caprino y entablar platicas con él, e incluso a dar de comer a los cerditos de sus sobrinos sin cuestionarse nada al respecto. 

Pero como todas las cosas en esta vida que se vuelven costumbre, llega el momento en que nos provocan hastío, así que se dirigió a las diversas bibliotecas de la ciudad esperanzado en encontrar el motivo de estos cambios. Asistió a terapia psicológica con un koala que le cobró una millonada por el hecho de escucharlo y mirarlo fijamente con sus pequeños ojos, anotando ciertos datos en una libretita. Incluso se acercó al "Dios" en turno, una figura que alguna vez fue el cadáver de un sujeto en posición fetal, posición que por cierto sus fieles seguidores copiaban sin ningún sentido; pero que a partir de los cambios se había convertido en una luciérnaga en la misma posición pero con el culo encendido las 24 horas. Una vez ahí, elevo sus oraciones (así como el culo) por una respuesta pero como siempre las deidades se toman su tiempo antes de decidirse a actuar; es una especie de trámite burocrático que pasa de mano divina en mano divina.

Así pasaron 3 años en los que Omar vivió en "automático" su trabajo tan parco y gris como siempre, sus relaciones sociales prácticamente nulas, e incluso la chica equina del departamento de juguetes perdió su encanto. Sus aspiraciones no iban más allá de las necesidades básicas; se sabía demasiado cobarde para acabar con su vida, demasiado curioso para saber hasta donde llegaría.

Habiendo perdido toda esperanza un 23 de noviembre al despertar y estirarse con el bostezo matutino, se dirigió al baño deprisa y orinó copiosamente, se estiro bostezó de nuevo, se rasco la cabeza y sintió una corriente gélida pasar entre sus dedos, extrañado por esta sensación encendió la luz,  se miró en el espejo y se dio cuenta que su rostro se había desvanecido, que un velo plateado cubría el lugar donde alguna vez estuvieron sus rasgos, no sabía si estaba feliz o no por el cambio tan repentino, intento sonreír pero lo único que veía proyectado en el espejo era el ondulante velo. 

Con mucha prisa se dispuso a salir a comenzar su rutina de siempre, se vistió, tomó sus pertenencias, abrió la puerta, salio y se detuvo y regresó sobre sus pasos, indeciso si ir o no al trabajo, no sabía si el seguro medico cubriera la carencia de rostro. Observo a los demás transeúntes, todo seguía igual, él se había convertido en uno de ellos. Y entonces la respuesta que había pedido estaba claramente ante sus ojos; su rostro había desaparecido esperando un cambio, era como un lienzo en blanco, un reinicio en su vida... ahora habiéndose respondido esta pregunta, solo quedaba una más sobre la mesa, que animal llenaría este rostro; pero esa era una pregunta que solo sus acciones podrían responder...